Una introducción a la postmodernidad

Todo lo que antes fue brújula moral de la civilización, ahora es poco más que cenizas.


Época de postmodernidad


Para comenzar esta serie de columnas, primero debemos explorar el concepto de postmodernidad e intentar profundizar en algunos de los conceptos que se relacionan con ella, para luego, despegar y poder abordar cada tema en lo particular a fondo.

Como el nombre acusa en sus raíces, postmodernidad es el periodo que concurre mas allá de la modernidad, una época en que todo lo anterior se derrumba y abre paso a nuevos movimientos.

El punto de partida, según muchos autores de las ramas del derecho -con fenómenos como el neoconstitucionalimo- es la Segunda Guerra Mundial.

La razón por la que este evento fue el parte aguas para el comienzo de una nueva era, fue el descontento generalizado y el desencanto con respecto a los principios de la modernidad, de progreso y racionalidad, positivismo en su más radiante esplendor.

Muchos acusan a los terrores alemanes, otros a los infames gulags rusos, y algunos más a las bombas atómicas americanas. Lo único claro es que, en este período no había buenos, no había una facción en la cual reposar la mente sin ser acusado de ser asesino de masas sin escrúpulos, debido a la masacre de inocentes que se volvió tan común en esas épocas.

El arte se desmoronó, con movimientos vanguardistas que pretendían, literalmente, empezar de la nada, renegando de cualquier otro movimiento anterior a ellos, instaurando el arte posmodernista.

Este nuevo movimiento solo refleja la voluntad de la sociedad de negar todo lo anterior, y correr, como niños acobardados, de nuestra propia sombra y acusar a alguien más de lo horrores que la raza humana fue, y es capaz de provocar.

La tecnología, que anteriormente tenía fines netamente militares, comenzó a concentrarse en un uso lúdico y ahora existían como circo para un pueblo que exigía ser cegado de tanta guerra y destrucción.

La sociedad misma, al terminar la Segunda Guerra Mundial, se volteó sobre si misma, negando todos los principios y valores que otros defendían a capa y espada, extinguiendo por completo los pensamientos puritanos que, a tan solo 50 años, eran no solo predominantes, si no irrevocables.

Los movimientos feministas surgieron junto con los movimientos LGBT. También emergieron los movimientos de defensa de afroamericanos, en un momento histórico en el que todo lo establecido se derrumbaba.

Pero nadie retó al sistema, solo remontaron una ola de revolución y desencanto, con la noble y fútil intención de hacer un cambio para bien en la sociedad del miedo.

“Mi dinamita conducirá a la paz más pronto que mil convenciones mundiales. Tan pronto como los hombres se den cuenta de que, en un instante, ejércitos enteros pueden ser totalmente destruidos, seguramente pactarán una paz dorada“, Alfred Nobel.

La cita anterior probó ser un fracaso, aunque sí una profecía de la creación de las bombas atómicas y sus resultados en la política internacional, que, sin resultar en una paz añorada, sí consiguió una moderación militar en los conflictos internacionales.

La contracultura de los 60’s, 70’s y 80’s resulta ser la cultura normalizada de hoy en día, con sexualidad laxa, un mundo de perpetuo entretenimiento, distracción e información consumible, abundante, adictiva, y lo que es aún peor, sin objetivos.

La postmodernidad como movimiento cultural puede anotarse un logro que ninguna otra era se había anotado hasta nuestros días: el brutal asesinato de los grandes mitos. Mitos diseñados para inspirar, crear modelos a seguir, héroes y dioses de antigüedad, modelos que se figuraban en las estatuas de oro de las grandes civilizaciones.

Desaparecidos por completo, ahora sus vacantes son ocupadas por patéticos superhéroes de comic. Los ideales del pasado yacen desangrándose en una banqueta, escupidos por todo aquel que pasa, cuando en tiempos antiguos eran héroes.

La religión, Dios, o dioses, héroes, figuras de autoridad, reyes, grandes hombres, todo lo que antes fue brújula moral de la civilización, ahora es poco más que cenizas.

Pero hasta las brasas pueden renacer, y arder más brillantes que nunca.

 

@yoinfluyo

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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