El plan de pacificación causa controversia

Tener a Andrés Manuel López Obrador como presidente… ¿bueno o malo para el pueblo?


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El Plan Nacional de Paz y Seguridad no ha dejado contento a nadie. Y presenta un caso de libro de texto sobre las falacias ad hominem, en las cuales no se juzgan los argumentos según sus propios méritos, sino según el prejuicio que se tiene sobre quien propone el argumento. En concreto: para los que dicen que “es un honor estar con Obrador”, el plan tiene que ser bueno, porque lo propone AMLO. Para los que creen que Andrés Manuel es un peligro para el país, el plan tiene que ser forzosamente malo.

Muy pocos han comentado los puntos buenos y los puntos malos. Que los tiene el Plan. La mayoría de los argumentos en contra, se centran en las contradicciones con lo que manejó AMLO en la campaña. Los argumentos a favor tienen más que ver con el hecho de que incluye las ideas que López Obrador recogió en sus largos 12 años de campaña. ¿Tiene probabilidades de éxito? ¿Se puede implementar con facilidad? ¿Hay ejemplos de planes parecidos? ¿Cuáles han sido exitosos y por qué? La mayoría de los comentaristas no lo dicen.

Hay elementos importantes en el plan pacificación, pero que no darán resultados rápido. Garantizar empleo, salud y bienestar es importante, pero no dará resultados a corto plazo. Quienes se han acostumbrado a la ilegalidad y a la violencia, no renunciarán fácilmente a un modo de vida muy rentable. Es algo muy importante, pero mejorando un 4% anual el nivel de vida de la población, no logrará una reducción importante de la violencia. Educación y oportunidades son fundamentales, pero no se generan rápidamente. La reducción de la corrupción es muy importante, pero no ocurrirá con facilidad ni rápidamente. La mejora de la procuración de justicia también está en el mismo caso. Desarrollar una policía eficaz, científica, con absoluto respeto a los derechos humanos, también es importante, pero no será fácil ni rápido.

Todo ello es bueno y necesario, y el debate debería estar centrado en cómo se logra acelerar esos procesos en vez de descalificarlos. Convocar a las mejores personas pensantes, nacionales y extranjeras para encontrar caminos para acelerar los logros. Las familias, como dice el Plan, son fundamentales para lograr esta pacificación. Pero tendrán efecto en las nuevas generaciones. Los criminales encallecidos no se van a corregir porque mamá se los diga. Y, por supuesto, habrá que proteger e impulsar la unión de las familias, cosa que tampoco ocurrirá en pocos años.

La militarización de la fuerza pública y la creación de una guardia nacional son uno de los temas que más le echan en cara a las izquierdas, tradicionalmente opuestas a las fuerzas armadas, a las que han llegado a motejar de genocidas y que criticaron fuertemente a las administraciones anteriores por sacar a soldados y marinos de sus cuarteles. Por otro lado, la idea de la guardia nacional no es nueva, Ya tuvimos a los “soldados de gris” y a la Gendarmería. Es claro que, de inmediato, no se puede hacer otra cosa. A corto plazo, es necesario, ¿Cómo hacer que esta etapa sea exitosa esta vez?

Lo destacable es que los que atacan este plan de pacificación no están haciendo propuestas. Nos han dicho que no va a funcionar. Pero no nos dicen qué propuesta podría funcionar mejor. Claro, siempre es más fácil encontrar fallas que proponer ideas mejores.

Esta es una gran oportunidad para unificar a la ciudadanía. Si la grave situación de violencia no logra unificarnos, quiere decir que ya no tenemos remedio. Para ello se necesitaría una gran dosis de generosidad de la clase política. Tendrían que dejar intentar llevarse el triunfo de esta propuesta y dejar que la ciudadanía sea artífice y la triunfadora en el logro de la paz. Los partidos, en el gobierno y en la oposición, deberían de dejar de estar en campaña y querer demostrar que el otro no sirve.

Es la hora de la ciudadanía. Es el momento de la unión para lograr una paz duradera. La violencia no se construyó en un sexenio ni en dos. Y no se corregirá en uno. Necesitamos de la clase política la humildad y la generosidad para aceptar que aquí no hay triunfos partidistas y que deben dejar hacer a la ciudadanía. De la ciudadanía, se necesita mucha participación y mucha constancia. Porque esto va a ser de largo plazo.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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