La testaruda realidad

Ante tal panorama, se contradicen el Ejecutivo federal y su zar de la epidemiología, Hugo López-Gatell.



Instalados en su atalaya, los vigilantes de ese México inexistente donde no pasa nada aunque pase todo, no acaban de controlar a la testaruda realidad, que les rechaza, una tras otra, sus intentonas de control, sus cortinas de humo y su verborrea.

Ahora es el COVID-19. Esa enfermedad pandémica que, dicen ellos, “repunta” y obliga a ser más cuidadosos. Los expertos, sin embargo, sostienen que no hay repunte por dos razones: la primera, que ha bajado la curva de contagios, y la segunda, que ni siquiera se ha estabilizado en un pico o punta.

Ante tal panorama, se contradicen el Ejecutivo federal y su zar de la epidemiología, Hugo López-Gatell. Uno, el subordinado, dice que las condiciones pandémicas no mejoran, sino que avanzan hacia el empeoramiento, mientras que el otro, el jefe, dice que no pasa nada, que vamos muy bien, aunque no especifica hacia donde.

Enorme confusión, una más, derivada de la obsesión por mentir e inventar la realidad, que, afianzada en su testarudez no permite ser modificada. Mentiras que López-Gatell tuvo la ocurrencia de justificar al hablar de “diferentes perspectivas”. Una específica y otra integra. Es decir, específicamente empeoramos, pero integralmente mejoramos. Que lo explique quien lo entienda.

El caso es que las mentiras, la opacidad, el ocultamiento de los hechos, el rechazo a la crítica, el protagonismo y los afanes autocráticos han empezado a hartar a la sociedad, al pueblo “bueno y sabio” que empieza a hacer valer su autoridad y su poder decisorio.

Hidalgo y Coahuila son muestras claras de ese hartazgo creciente. El desangelado mitin de apoyo a López Obrador es otra. Y la fuerza creciente de Si por México es la cereza en el pastel.

Tanto molesta al presidente ese descontento que, sin argumento válido alguno, tuvo que recurrir a “denunciar” que el nombre y el logo de Sí por México son similares a los de “Sí Pinochet” que se usó en Chile para el referendo del dictador.

Sin embargo, un punto es indiscutible y, seguramente, se manifestará dentro de unos meses, en la elección de julio de 2021. Ese punto es el creciente descontento de la población con las decisiones erróneas, los caprichos y el autoritarismo.

No es un asunto de geometría política, de derechas e izquierdas, de socialismos o capitalismos, no. Es un tema de realidad y conciencia de la gente. Así de simple.

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