De verdades absolutas y múltiples

Para los fanáticos, insaciables e intransigentes tenemos género y hay más de dos sexos, aunque la realidad les demuestre que están equivocados.


Ideas


Si no fuera injusta y arbitraria, sería simplemente curiosa la forma en que las ideas que forman parte de una manera de pensar van evolucionando y avanzando en el ámbito de lo colectivo.

Y cuando esa evolución es impulsada por una actitud extremista, intolerante y en ocasiones dogmática, las ideas acaban por revertirse contra sí mismas y se convierten a menudo en contradictorias, en insalvables.

Así, se llega al extremo de asegurar que la verdad es múltiple; que no existe una sola verdad, sino que cada quien tiene la suya.

Rebatir una posición así es sencillo, aunque siempre habrá quien rebata esa demostración, porque nadie está más ciego que el que no quiere ver.

Asegurar que no existe la verdad única y que cada quien tiene su verdad equivale a establecer, mediante una verdad absoluta, que las verdades absolutas no existen. Es decir, la única verdad única es que no existe la verdad única. El contrasentido es evidente y la evidencia habla por sí.

En esta lógica se inscribe la llamada “ideología de género”, que tiene su origen en la justa demanda de respeto e igualdad para quienes deciden vivir su sexualidad de una manera distinta.

Más allá de que cada quien es libre de hacerlo, de que cada quien es libre de vivir como lo prefiera y de que esa elección no les priva de su dignidad como personas, es un hecho incontestable que los seres humanos nacemos sexuados. Tenemos sexo, no género.

Nacemos hombres o mujeres. Con iguales derechos y dignidades, pero distintos. Hombres unos, mujeres otros. Excepcionalmente, nacen seres humanos con características de ambos sexos, si bien no deja de tratarse de excepciones que, dice el axioma, confirman la regla.

Pero los fanáticos, insaciables e intransigentes, niegan y tratan de destrozar esta evidencia. Para ellos, tenemos género y hay más de dos sexos, aunque la realidad les demuestre que están equivocados.

Así, de manera y con actitud dogmática, se califica de dogmático a quien está del lado de la realidad, y se llama a la tolerancia con una actitud que se funda en la intolerancia hacia los intolerantes.

Buen material para un estudio sociológico, que con toda seguridad demostrará el grado de contradicción demencial al que ha llegado la sociedad en que vivimos, en el afán de demostrar lo indemostrable: que la realidad no es real.

 

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