Una oportunidad en San Lázaro

Es vital que a partir de hoy cada ciudadano sepa quién es su representante y sin importar el partido, establezca comunicación para informarle sus opiniones, objeciones y si fuera el caso sus felicitaciones.


 


El 1 de septiembre de 1997 se vivió un momento único en la historia de México: se tuvo por primera vez una Cámara de Diputados que en que el partido gobernante tuvo que tomar en cuenta a otras fuerzas políticas opositoras.

Conviene recordar que, en aquella Legislatura, el PRI contaba con 239 diputados; el PRD, 125; el PAN, 121; el Verde, 8 y el PT, 7; es decir, la oposición unida podía vencer al PRI, y este sólo requería sumar los votos del Verde y el PT para tener la mayoría simple.

Aunque los intereses políticos y las alianzas internas funcionaban con otras lógicas muy distintas a las actuales, en esas curiosas vueltas del destino el partido con más diputados, Morena (198), también requiere de los votos del Verde (43) y PT (37) para tener la mayoría simple suficiente para sacar temas como el Presupuesto y leyes reglamentarias. Del otro lado, quedan PAN (114), PRI (71), PRD (14) y Movimiento Ciudadano (23) que serán claves para contener o aprobar las reformas constitucionales.

Esos son los números después de la revisión en el Tribunal Electoral de las inconformidades y el reacomodo en los plurinominales para lograr la paridad de género con 250 diputadas y 250 diputados. Asunto meramente anecdótico, puesto que es difícil que el sexo de unos u otras sea el criterio aglutinante para las decisiones que siempre se han regido por intereses políticos y económicos.

En este marco, la pérdida de la libertad de maniobra que Morena sufrió respecto a la legislatura anterior les sentó tan mal que hubo un intento a todas luces ilegal por integrar al Verde y al PT en una sola bancada. Hubo quien lo anunció como inminente, pero resultaba difícil de creer que el Verde y el PT estuvieran dispuestos a renunciar a existir como grupos parlamentarios independientes.

También es difícil creer que lo rechazaron por salvaguardar la voluntad de sus electores en los pocos lugares donde fueron sin Morena, más bien les dolía la pérdida de los recursos que manejarían como grupo parlamentario independiente. Además de perder la ventaja de condicionar sus votos a Morena en cada votación.

Por su parte, PAN, PRI y PRD cuyos diputados llegaron, en su mayoría, a través de la alianza política denominada Va por México, la cual ha sido refrendada hace semanas. A esta alianza, desde el inicio, se negó a integrarse MC despertando las sospechas de que jugaría a coquetear con Morena. Sospecha que creció cuando se intentó pasar el periodo extraordinario para la aprobación exprés de la ley de la Revocación de Mandato. Sin embargo, la clara y sonora presión ciudadana logró que MC se uniera al bloque opositor para detener el tema.

Los diputados de estos partidos tienen una gravísima responsabilidad con sus representados porque, salvo excepciones muy loables, no llegan porque se confía en ellos o porque se les crea más honestos, sino porque se espera que sean el dique de contención de las locuras del Ejecutivo.

Dado que se ve muy difícil que el Verde o el PT se unieran a ellos para establecer una mayoría para cumplir con la función más visible de la Cámara que es la creación y aprobación de leyes, se les pide que haga todo lo posible por cumplir la función olvidada de Poder Legislativo ser el órgano fiscalizador y controlador de la acción del gobierno.

Por su parte, la ciudadanía no puede renunciar a lo que sí le falló a partir de 1997: confiar que basta con ejercer el voto. Es vital que a partir de hoy cada ciudadano sepa quién es su representante y sin importar el partido, establezca contacto por correo, teléfono o las redes sociales para comunicarle constantemente sus opiniones, objeciones y si fuera el caso sus felicitaciones.

Los legisladores, sobre todo los dispuestos a seguir complaciendo al presidente, podrían ignorar a diez o veinte ciudadanos; pero si en cada distrito se uniera al ejercicio únicamente el 10% de los que votaron (no del padrón total) cada representante sentiría la presión de 14 mil ciudadanos tomando en cuenta el distrito con menor participación en 2021. Una avalancha de esa envergadura cambiaría el panorama de manera significativa. Es la oportunidad que los ciudadanos tienen en San Lázaro.

 

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