Democracia, antes que simpatía

Hace falta votar de manera útil y apoyar al partido de oposición que más posibilidades tenga de vencer a Morena, aunque no nos simpatice.



La cercanía con la jornada electoral es cada día mayor y el volumen de las actividades, legales e ilegales, permitidas y subrepticias, de los aspirantes a perpetuarse en un poder que utilizan para su beneficio personal y grupal también crecen.

Ante el inexorable paso del tiempo, los partidarios del gobierno actual confían cada vez más en que refrendarán su hegemonía, mientras que los inconformes con la unipersonal, unilateral, opaca y arbitraria manera de conducir el país también están cada día más confiados en que romperán esa hegemonía.

Sin embargo, mientras unos (los contrarios al gobierno) parecen dormir bajo los laureles de su confianza en la inconformidad creciente, los ingenuos, perversos y trepadores partidarios del mesianismo populista no dejan de actuar, porque no les basta confiar en su fuerza.

Y en esa lógica, es tan paradójico como lamentable que desde Palacio y desde la cúpula del partido en el poder, hoy sean condenadas actividades que hace apenas tres años eran denunciadas de manera airada e indignada por quienes hoy las cometen con descaro y hasta con arrogancia.

Existen en la capital del país y en algunos municipios cercanos, grupos altruistas no políticos que han logrado arreglos con comerciantes de la Central de Abasto de Ciudad de México para obtener, a veces a bajo precio y otras veces de modo gratuito, víveres que distribuyen de modo anónimo y desinteresado entre grupos de gente en pobreza extrema.

Pero en las últimas semanas, los comerciantes han debido disculparse con esos samaritanos, porque la mercancía que antes les daban, se la lleva ahora Morena, para repartirla entre esa misma gente a cambio de copias de sus credenciales electorales y la advertencia de que “estarán vigilando para que, en agradecimiento, voten por quien les está regalando comida”; es decir, Morena.

La misma técnica del viejo priismo, ni más, ni menos.

Estos hechos han sido denunciados en los medios informativos, excepto los que le rinden culto al mesías tropical, pero no se percibe mucha actividad de los opositores políticos para contrarrestarlos.
Sin embargo, es cada vez más clara la necesidad de que los ciudadanos comunes, los que tenemos el derecho, la oportunidad y la obligación de votar, sepamos lo que ocurre y actuemos en consecuencia.

Es decir, es necesario entender que no votar el 6 de junio, o emitir un voto por el partido que más nos simpatiza aunque sepamos que no ganará, equivale a votar contra la democracia. Lo que hace falta es votar de manera útil. Apoyar al partido de oposición que más posibilidades tenga de vencer a Morena, aunque no nos simpatice.

Una vez recuperada la democracia, se ajustarán las representaciones en el Congreso. Por lo pronto, no se trata de simpatías: se trata de votar por un democrático equilibrio de poderes.

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