Hong Kong entre el capitalismo y el comunismo

Acostumbrados a vivir en un sistema de libertades, los hongkoneses se oponen a doblegarse al régimen comunista de China, nación de la que forman parte.


Revueltas en Hong Kong


A lo largo del año Hong Kong ha sido el escenario manifestaciones multitudinarias que han evidenciado el rechazo de la población a renunciar a sus libertades y estilo de vida capitalista para adherirse al control e ideología de la China continental, lo que ya ha ocasionado una estela de violencia además de pérdidas para una de las economías más pujantes de la región.

Hong Kong es una isla que de 1842 a 1997 fue una colonia británica, tiempo durante el cual su población aprendió y adoptó el modelo económico mercantilista que le permitió un desarrollo basado en el libre comercio aparejado de un modelo occidental en otros campos como el político ya que los hongkoneses gozan de una separación de poderes, existen el derecho a la manifestación, libre expresión de ideas y de prensa, lo que no está permitido en el régimen comunista chino que guarda un estricto control en todos estos ámbitos.

El estatus de colonia de la Gran Bretaña se terminó en 1997 en común acuerdo con China. Así se dio paso a que Hong Kong se convirtiera en una zona económica especial del gigante asiático; pero respetando el sistema capitalista, el gobierno y las instituciones hasta 2047, año en el cual Beijín tendrá el derecho a decidir si suprime la zona económica especial e implementa el sistema comunista.

La gota que derramó la desconfianza

En 2018 una pareja de novios originarios de Hong Kong, viajaron a Taiwán para festejar San Valentín, ahí el joven de 19 años asesinó a su pareja de 20 años quien estaba embarazada, además robó su dinero para regresar a su casa. Antes del hallazgo del cadáver, el joven regresó a su lugar de origen en donde tras haber confesado el hurto y el crimen sólo se le imputó culpa por el primero de los delitos, toda vez que parte del dinero lo retiró en Hong Kong.

A pesar de haber aceptado haber ocasionado la muerte de su pareja, no fue sentenciado por ese delito por las autoridades de Hong Kong donde fue aprendido, ni tampoco enviado a Taiwán, lugar en el que se efectuó el crimen, debido a la inexistencia de un convenio entre ambos territorios para extraditar.

Derivado de este suceso, el gobierno de Beijín se dio a la tarea de impulsar una ley de extradición, que permitirá que presuntos culpables de delitos como el asesinato, que radiquen en Hong Kong sean enviados a China continental para ser juzgados, de esta manera las autoridades de hongkonesas aseguraron que pretendían evitar que este territorio se convierta en un refugio de delincuentes aprovechando lagunas legales.

Esto encendió las alertas en la población de Hong Kong que vio sólo un pretexto del gobierno chino para socavar sus libertades y que cualquier disidente político, activista o ciudadano pudiera ser extraditado sin que se garantizaran sus derechos humanos ni un juicio justo.

Protestas y más protestas

En rechazo a esta iniciativa de ley, el 31 de marzo se manifestaron 12 mil personas en una protesta pacífica que las autoridades reprimieron violentamente, la cual inclusive fue calificada por muchos observadores internacionales como la mayor reprensión que se había presentado en Hong Kong en más de 20 años.

Contrario a la intensión de infundir temor entre la población las autoridades sólo lograron avivar las inconformidades, por lo que casi un mes después se realizó una segunda manifestación en la que multiplicó la participación hasta contabilizarse 130 mil participantes.

El 6 de junio en una marcha silenciosa se dieron cita tres mil abogados, fiscales, académicos y estudiantes de derecho que de esta manera pidieron al gobierno de Hong Kong retirar la propuesta de ley.

Ante los oídos sordos del gobierno, el 9 de junio más de un millón de personas salieron a las calles a protestar, considerándose así la manifestación más numerosa en los últimos 22 años.

El 12 de junio, una vez más la población salió a protestar de manera masiva, en respuesta las autoridades arrojaron gases lacrimógenos, utilizaron armas de fuego que dispararon balas de goma además de utilizar gas pimienta. De acuerdo con Amnistía Internacional como resultado de la trifulca, hubo multitud de heridos y se puso en riesgo de lesiones graves, o incluso la muerte, a los manifestantes.

Un común denominador en los movimientos que se han presentado a lo largo del año y que han sido tanto pacíficos como violentos, es el exceso de la fuerza utilizada por la policía lo cual ha provocado que varias naciones y organizaciones levanten la voz para exigir a las autoridades moderar su respuesta frente a los manifestantes.

A principio de septiembre la jefa del Ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, retiró definitivamente el proyecto de ley de extradiciones a China esperando de esta manera que la población se tranquilizara, sin embargo, esto no sucedió; por el contrario, las protestan continúan con una escalada creciente de violencia, además muchos considera que se trata de un engaño por parte del gobierno y que en realidad se prepara una represión.

Una de las manifestaciones más llamativas realizadas en septiembre aconteció en las inmediaciones del Consulado de Estados Unidos, en la que los participantes llevaban una bandera de la Unión Americana, cantaron el himno nacional de ese país y portaron pancartas pidiendo a Donald Trump liberar a Hong Kong.

El presidente norteamericano ha decidido tomar distancia y no involucrarse a pesar de los llamamientos de los hongkoneses, ya que considera se trata de una situación entre el gobierno de China y Hong Kong.

El 19 de septiembre, Amnistía Internacional emitió un documento en el que de acuerdo a una investigación que realizó, asegura que “se ha detenido a más de 1 300 personas en el contexto de las protestas masivas” y reconoce que la gran mayoría de las personas que se han manifestado lo han hecho de forma pacífica, pero que se han dado conatos de violencia, la cual “parece estar intensificándose junto al uso excesivo de la fuerza por la policía”.

Asimismo, el organismo señaló que “la mayoría de las personas que hablaron con Amnistía Internacional solicitaron permanecer en el anonimato, alegando el temor a sufrir represalias de las autoridades en un clima de impunidad”.

Las protestas no parecen tener tregua, las autoridades han sido rebasadas y la violencia entre ambos bandos crece cada vez más. Mientras más pasa el tiempo, mayor es el daño a los derechos humanos, a la estabilidad política y la economía de la región.

 

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