El desafuero de Trump

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos ponen a prueba la democracia de su país y hacen temblar a administraciones pasadas.


Estados Unidos


Antes que nada, una disculpa, amigo lector. Llevo varios meses sin artículos porque estoy enfocado en escribir mi nuevo libro Cómo jugar al ajedrez sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos, que ya está en preventa y se publicará el 25 de noviembre. Pero esta semana retomo este espacio, y comienzo con la nueva acusación que amenaza con derrocar a Donald Trump de la Presidencia de los Estados Unidos, justo mientras la campaña rumbo al 2020 entra en calor.

En los medios de comunicación, que la mayoría están controlados por la narrativa del Partido Demócrata, los mismos “expertos” que primero decían que Hillary iba a arrasar, luego que con Trump habría crisis económica y después que iba a ser desaforado por la “colusión” con Rusia, nuevamente proclaman con euforia concertada que “ahora sí” Donald sentirá el peso de la justicia y la ira de la democracia en un nuevo proceso de desafuero, que inició a principios de esta semana en la Cámara de Representantes.

¿En serio? Creo que nuevamente los expertos se equivocan, y a continuación les digo por qué. Vamos a explicar por partes este nuevo culebrón.

En 2009 Barack Obama, del Partido Demócrata, juró como presidente de los Estados Unidos y Joe Biden hizo lo propio como vicepresidente. En 2013 John Kerry se convirtió en secretario de Estado.

Hunter, el hijo de Biden, se asoció con Christopher (el hijastro de John Kerry) y con Devon Archer, para crear “Rosemont Seneca” una empresa de capital inversión.

En 2014, tras la invasión rusa de la región de Crimea, Barack Obama le solicitó a Joe Biden que se encargara personalmente de la relación y de los apoyos económicos que los Estados Unidos le brindan a Ucrania.

Un mes después de la invasión rusa, Devon Archer (el socio de los niños Kerry y Biden) visitó a Joe Biden en la Casa Blanca.

Cinco días más tarde, Biden llegó a Ucrania llevando bajo el brazo apoyos para la industria del gas natural en Ucrania por $1.800 millones de dólares.

Un día después de que Biden anunciara el paquete de apoyos, Devon Archer fue nombrado como integrante de la junta directiva de “Burisma”, la empresa de gas natural más grande de Ucrania, propiedad del magnate Ihor Kolomoyskyi, un tipo que, entre otras cosas, se especializa en mandar golpeadores a tomar control de las empresas que quiere comprar.

Tres semanas después, Hunter Biden también se integró en la junta directiva de Gurisma, la empresa potencialmente más beneficiada con el paquete de “apoyos” que su papi había anunciado menos de un mes antes, a pesar de que ni Hunter ni su socio tenían ningún tipo de experiencia relevante en el ámbito del gas natural. Vamos, que lo más cerca que habían estado de la industria energética es cuando se tomaban una lata de Red Bull.

La mayor parte de los $1800 millones de dólares que Joe Biden le prestó a Ucrania fueron depositados en el PrivatBank, que en ese entonces era propiedad …¿de? Acertaron: Ihor Kolomoyskyi, el mismo dueño de Burisma y colega de el hijo de Biden en la junta directiva de esa última empresa.

¿Dónde quedó el dinero? Nadie lo sabe. Lo que es seguro es que el PrivatBank fue nacionalizado en 2016 después de que Kolomoyskyi y su socio fueron acusados de malversar miles de millones de dólares en autopréstamos y otras prácticas de dudosa legalidad.

Es decir: Los hijos del vicepresidente y el secretario de estado de Estados Unidos en el gobierno de Obama formaron una compañía de inversión y se involucraron con la principal firma de gas natural de Ucrania. Hunter Biden entró en la junta directiva de Burisma después de que el vicepresidente anunciara un multimillonario paquete de apoyos a la industria del gas en ese país, que eventualmente fueron depositados en un banco propiedad del mismo empresario que controlaba la firma de gas natural.

Joe Biden, el ahora exvicepresidente, es el favorito de las encuestas para convertirse en candidato del Partido Demócrata a la presidencia en las elecciones generales del 2020.

Un “delator” dice que le platicaron que Trump le habló al nuevo presidente de Ucrania y lo amenazó con no darle apoyos a menos que le diera datos sobre la anteriormente citada red de corrupción creada por Joe Biden y su hijito del alma.

El 24 de septiembre los demócratas votaron en la Cámara de Representantes para iniciar una investigación de desafuero contra Trump, alegando que con esa llamada Donald violó la ley al aprovechar su puesto para obtener datos que le ayuden en la campaña del 2020 contra el puntero de los demócratas.

Ahora, si el cuento de la “colusión” de Donald Trump con Rusia para ganar las elecciones del 2016 ya era más que dudoso, esta nueva acusación es directamente ridícula, por varios motivos:

No hay datos firmes respecto al supuesto ilícito de Trump. La acusación se basa en un “me dijeron que alguien escuchó”. El propio ministro de asuntos exteriores de Ucrania dice que Trump nunca lanzó amenazas.

En cambio, Hillary Clinton y su equipo sí recurrieron a representantes extranjeros (a través de la consultora Fusion GPS) para fabricar y luego filtrar al FBI el infame “dossier” contra Trump, que eventualmente resultó exhibido como una compilación de mentiras. Es decir, son culpables esencialmente de lo mismo de lo que ahora se quejan.

Lo que es seguro es que al menos un senador demócrata sí amenazó al presidente de Ucrania. Ese senador es Chris Murphy, de Connecticut, y lo sabemos a ciencia cierta porque él mismo lo presumió en un comunicado de prensa que está disponible en la página web del propio legislador.

Es prácticamente imposible investigar en serio esta historia sin desenterrar una red de corrupción en los más altos niveles del gobierno… de Barack Obama, porque los directamente implicados en esta tranza en Ucrania son los hijos de quienes fueran vicepresidente y secretario de Estado con Barack, es decir: las dos personas con mayor influencia en política exterior dentro de su gobierno.

Al reiniciar la cacería de brujas los demócratas prácticamente le están regalando a Trump la reelección del 2020, pues pocas cosas movilizan más a la base de simpatizantes de un político populista que el verlo en la silla de los acusados por una denuncia que evidentemente es de mala fe.

Además, la narrativa que ha construido Trump y que lo llevó a la presidencia es la de un guerrero valiente que se enfrenta a la burocracia y a la mafia del poder, pisando callos de los corruptos, y ante los ojos del ciudadano de a pie, con esta nueva investigación los demócratas están confirmando que esa narrativa es cierta.

¿Entonces, por qué los demócratas optaron por iniciar el proceso de desafuero? Considero que es una de tres posibilidades:

La menos probable es que lo de la llamada de Trump al presidente de Ucrania sea el mero pretexto para “poner el pie en la puerta” y que los demócratas tengan preparados datos más contundentes que verdaderamente exhiban al Donald como un Richard Nixon cualquiera. Sin embargo, lo mismo pensaban muchos cuando empezó la investigación sobre las acusaciones de tratos sucios con Rusia, y estos resultaron ser una maraña de patrañas.

Los líderes del Partido Demócrata no son tontos, así que deben saber que un proceso de desafuero en estas circunstancias equivale básicamente a cederle la elección presidencial del 2020 a Trump…y quizá justamente eso es lo que quieren. Los demócratas están en caos, sometidos a la creciente histeria del ala socialista del partido y a las exigencias demenciales de personajes (como Alexandria Ocasio Cortez) que son impresentables en una elección nacional, pero que tienen la fuerza suficiente entre la base del partido como para presionar a todos los demás a “jalarse” hacia la izquierda.

El ala moderada de los demócratas bien podría aprovechar una derrota en el 2020 para dejar de lado a los más radicales y construir una posición liberal de centro que les permita regresar por sus fueros en las elecciones del 2024, conscientes además de que normalmente después de 8 años de un presidente republicano siguen 8 de un demócrata.

Lo más probable es que, incluso, aunque líderes como la vocera Nancy Pelosi son los suficientemente listos para saber que el desafuero es casi un suicidio político para el Partido Demócrata, la histeria de los radicales y de la cámara de eco en los medios de la izquierda norteamericana (esa del “¡¡Trump es Hitler!! ¡¡es peor que Voldemort, Stalin y la bruja del 71 y demás!!) ha alcanzado tanta fuerza que han caído en el delirio colectivo o simplemente no pueden resistirse a la inercia sin ser calificados como traidores por la base de activistas del partido, y prefieren hundirse con el barco antes de ser puestos en el tablón y aventados hacia los tiburones.

Por lo pronto, el nuevo sainete del proceso de desafuero contra Donald Trump será un interesante estudio de caso respecto a cómo ese tipo de procesos movilizan a los simpatizantes de los partidos y ponen a prueba a las reglas de convivencia que hacen posible la democracia.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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