Modos de contar la historia

Al analizar a los protagonistas del pasado es necesario aplicar la lección: no son ni blancos ni negros. Tienen aciertos: aprender e imitarlos.


Verdad


La historia está conformada por los hechos, por la huella de esos hechos y por el modo de transmitir todo lo ocurrido. Para esto es imprescindible el sustento de la verdad. Y la verdad es como realmente todo ello sucede. La realidad nos da evidencias y estas son incuestionables, son pistas de la verdad.

Por lo tanto, la historia ha de sustentarse en la verdad. Cuando no existe ese vínculo la historia se vuelve fantasía, novela, cuento, o en el mejor de los casos ligerísima pista.

Sólo la verdad forja a las personas y la verdadera historia es un modo de impulsar el auténtico desarrollo porque se aprende del pasado, se juzgan los hechos y sus resultados, para poder aprender de esas experiencias y elegir el modo de proceder para tener más seguridad en la previsión de los resultados.

Por lo tanto, desfigurar voluntariamente la historia es un crimen que obscurece la marcha de la humanidad pues se le induce al error, con consecuencias personales y sociales sumamente drásticas. Producen desconcierto, desmoralización y matan las iniciativas. Se paraliza el mundo o se le conduce a un deterioro abismal, porque al falsificar la historia esta se convierte en una falsa maestra de vida.

El ser humano, como el ave fénix, si acepta la ayuda de Dios, vuelve a recomenzar, y a aprender de sus errores, que no es algo trivial. Pero, también hay un rezago en los resultados. Habrá adelanto, pero ya no cuando debió darse.

Los problemas a los que los historiadores se enfrentan son muchos. El primero es la lucha entre decir exactamente lo que sucedió y, la contraparte es transtocar voluntariamente los hechos para sustentar las ambiciones del historiador o del grupo al que pertenece. Además, decir exactamente lo que sucedió es prácticamente imposible pues no se puede ser testigo de los variados sucesos ni conocer el pensamiento de los protagonistas, aunque asumiendo esta realidad, el historiador ha de bucear para encontrar lo más objetivamente las causas de esos acontecimientos.

Sin embargo, podemos hacer un ejercicio para detectar lo que puede suceder en una investigación. Partimos del hecho que el investigador busca la verdad a costa de sus hipótesis o de sus deseos –queden o no satisfechos–, pero no sucumbirá a la tentación de alterar sus descubrimientos.

Se pueden considerar dos niveles de malicia en el hecho de alterar los datos que ofrece la historia. Uno es de solamente relatar aquellos acontecimientos en los que se puedan sustentar los modos de proceder en la actualidad. El otro, más grave, es el de alterar los sucesos y darles una interpretación torcida para dejar en ridículo a los protagonistas y provocar el desprecio. En estas circunstancias se privilegia la mentira. Todo esto es muy distinto del arduo trabajo de escrutinio que se tiene que hacer para encontrar la verdad.

En la actualidad, la desorientación, cuando es un propósito, es más incisiva y rápida dada la facilidad que brindan los actuales sistemas de comunicación, agravados por la ligereza de algunos comunicadores que privilegian la velocidad para informar a la comprobación de los datos. Y converge la ingenuidad de muchos ciudadanos.

En los sistemas de gobierno democráticos, un suceso de especial relevancia es el proceso electoral, debido a que allí se expresa la voluntad de la población. Todos son protagonistas y cada uno desea ser escuchado. Cada elección tiene una impronta pues marcará un rumbo. Este suceso histórico muchas veces sucumbe ante las fuerzas políticas mal aplicadas. Por eso, no se relatan los fraudes, si los hay, debido a las graves amenazas de quienes los cometen.

Por lo tanto, el informe sobre una elección generalmente muestra dos historias: la de quienes descubren las irregularidades y la de quienes las realizan. Aunque también existe la de quienes calumnian, pues ante una elección justa donde no sale el propio candidato es fácil recurrir a esta argucia.

Para el público las historias se multiplican, unos hablan de trampas en los conteos. Los seguidores de buena voluntad no lo creen. Los testigos del fraude que lo niegan para apoyar su propuesta inducen a muchos al error. En cada uno de esos grupos informantes hay una gran responsabilidad, pero también la hay en los informados. Estos deben conocer las tendencias de las distintas fuentes de información y la veracidad con la que informan.

Así no se caerá en el error de hacer eco a relatos sin sustento y, también se podrá sacar a otros de la confusión.

También es necesario conocer la trayectoria de los historiadores o de los autores de textos históricos porque llevan a sus interlocutores al convencimiento de las ideas que sostienen, cuando muchas veces son imparciales.

El planteamiento más álgido es el involucrado con la política. Y si quienes toman la palabra son los que tienen en sus manos el poder, es mucho más peligrosa la confusión. Por eso, hay que estar alerta y cotejar datos.

Cuando se politiza la historia los sucesos son o blancos o negros. Los primeros son aquellos que coinciden con el partido, los negros siempre son los contrarios. Esta postura es destructiva, divide a los pueblos de un modo muy profundo y agresivo.

Al analizar a los protagonistas del pasado es necesario aplicar la lección: no son ni blancos ni negros. Tienen aciertos: aprender e imitarlos. Tienen errores: aprender para no reproducirlos.

La prudencia y la ecuanimidad de juicio nos dice que los principios son intocables y son para todos, por ejemplo, el respeto, el acceso de todos a los recursos, el ejercicio de la auténtica libertad… El camino para lograr esos principios tiene variados caminos y allí es donde intervienen los distintos planteamientos de los partidos, aquí entra la libertad de cada ciudadano para secundar a quien se juzgue mejor.

Las propuestas de cada partido han de ser positivas, constructivas y con el ímpetu de lograr las propuestas. Cuando se culpa a otros por no lograr las metas es porque no se quieren reconocer las fallas internas. Así que hay mucho que revisar.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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