Trabajo pagado

El desempleo es el problema más grave de México. Hay poco trabajo, y el que hay consiste en largas jornadas con salarios miserables. La mayor parte de trabajadores se encuentra en la informalidad, sin prestaciones laborales ni seguridad social.



Conforme a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en el cuarto trimestre de 2015, todas las modalidades de empleo informal sumaron 30 millones de personas, lo que significó un avance de 4 por ciento respecto al  mismo periodo de 2014 y representó 58.2 por ciento de la población ocupada.

El INEGI informó que la población subocupada, que por su necesidad tiene una ocupación complementaría u otro trabajo, llegó a 4.4 millones de personas, lo que representó 8.6 por ciento del total de la población ocupada. Hay una parte elevada de empleados que trabajan para ser pobres, apenas alcanzan para sustentarse con los requerimientos mínimos para poder sostener a su familia.

En un estudio realizado por Fernando Anguiano, se señala que sólo 35 por ciento de los trabajadores tiene cobertura de servicios de seguridad social y el nivel de aportaciones obligatorias al ahorro para el retiro es de 6.5 por ciento del salario para trabajadores del IMSS, mientras que en otros países llega a 15 por ciento. Como el trabajador mexicano vive el día, el dinero que percibe como salario apenas le alcanza para malcomer y no dispone de ahorro para afrontar su retiro, se ve obligado a trabajar durante casi toda su vida, hasta que ya es un aciano. Después de eso, su única opción es la pobreza.

La imagen que se ha elaborado del mexicano flojo e ignorante no corresponde con la realidad. Más de 45 por ciento trabaja seis días a la semana, es decir, labora entre 35 y 48 horas semanales. 28.5 por ciento de esa fuerza laboral trabaja más de 48 horas, mientras que el estándar internacional es que la semana de trabajo dura aproximadamente 40 horas.

Los más afectados por el desempleo en México son los jóvenes. La mayoría de quienes no encuentran trabajo son personas de entre 15 y 29 años de edad. A pesar de este problema, el país no cuenta con políticas públicas efectivas para incorpora a la juventud al ámbito laboral formal. Especialistas explican que el Estado mexicano desaprovecha social y económicamente la cuarta parte de su población.

En un análisis elaborado por Mayela Sánchez se revela que en México la décima parte de los jóvenes no cuenta con empleo. El problema se mira más grave cuando una de cada cuatro personas del país es joven y un tercio de la población económicamente activa (PEA, calculada en 47 millones 131 mil 536 hombres y mujeres) también lo es. De los más de 112  millones de  mexicanos, 30 millones son jóvenes. De éstos, al menos 1 millón 512 mil no encuentran empleo. De plano no encuentran empleo o si encuentran colocación en algún puesto es con un salario miserable y sin prestaciones.

Conforme a datos de la Organización Internacional del Trabajo, durante la crisis económica de 2009 los jóvenes fueron los más afectados por la desocupación. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo da cuenta de que más de la mitad de los desempleados actuales tiene entre 15 y 29 años de edad, y que donde más se presenta este problema es en el grupo de edad de los 20 a los 24 años.

En el caso mexicano, el bajo crecimiento económico y un mercado laboral insuficiente, han traído como consecuencia la imposibilidad de integrar a los jóvenes al empleo formal, explica el doctor Eduardo Loria Díaz de Guzmán, de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La realidad demográfica del país, que se da cuando la población en edad de trabajar es mayor que la población dependiente y, por tanto, aumenta el potencial productivo, en lugar de aprovecharse se está diluyendo en fenómenos como la migración de los jóvenes, su incorporación a la informalidad o al crimen organizado, o a su total improductividad, como lo indica el propio investigador Eduardo Loria Díaz de Guzmán.

El problema de la desocupación en México es tan grave que no se le ha encontrado solución. Ya nos ocuparemos en otra ocasión de cómo afecta la desocupación y los malos salarios a los trabajadores con mayor escolaridad.

¿Qué hacer sin trabajo y qué hacer sin salario?, un problema capital.

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