Navidad, Año Nuevo y Reyes después del sismo

El sismo del 19 de septiembre y los demás que sacudieron algunas de nuestras ciudades nos hicieron repensar ¿cuál es mi roca firme?, es verdad que todo se pasa, pero lo vimos con más claridad. Esta vida no es para siempre, pero para los que tenemos fe, la otra vida, la que inicia cuando termina esta, esa sí que es para siempre pero la eternidad nos la jugamos ahora, mientras estamos de paso por este mundo. 


Navidad en familia


Por ello, si Navidad siempre nos invita a tender la mano al necesitado, ahora, que hemos visto tantas familias que necesitan ayuda, más. Si Navidad nos invita a prepararnos porque no sabemos ni el día ni la hora, ahora más. Si Navidad nos invita a contemplar al Señor de cielos y tierra encarnado y acostado en un pesebre, ahora que no nos distraigan ni los problemas ni los regalos. 

Navidad, Año Nuevo y Reyes suelen ser fiestas que esperan con ilusión los niños, y los adultos. Pero la alegría de la Navidad y de estas fiestas no se mide por los lujos, por la inversión en regalos, comidas y ropa. La alegría más profunda es la de entrar en comunión personal con los seres a los que queremos. 

Para algunos esta Navidad será difícil porque por primera vez no está uno de los seres queridos, pero si logramos correr a Belén, como los pastores, con lo que tenemos, con nuestros deseos, nuestras tristezas, nuestro agradecimiento, nuestro corazón conocerá la paz que sólo este Niño nos puede traer.

Año Nuevo suele ser una oportunidad para revisar, pedir perdón, dar gracias y hacer propósitos. Podríamos revisar si cuando nos sacudió el sismo decidimos encaminar nuestra vida hacia algún lado y si lo estamos logrando.

Reyes, la fiesta de la Epifanía del Señor, es una fiesta que para las Iglesias católicas orientales es de las más importantes. Nosotros a veces la reducimos a la fiesta para los niños, pero en realidad, es la fiesta en la que celebramos que Dios se nos ha dado a todos los pueblos, también a nosotros, que no pertenecíamos al pueblo judío. Como a los Magos del oriente, que venían de lejos. Celebramos haber sido beneficiados por el Redentor.

Un himno de la liturgia dice, hablando del Niño Dios envuelto en pañales y recostado sobre pajas: “y más se nos manifiesta mientras más hondo se esconde”. Y es verdad. Todo un Dios escondido en un cuerpo mortal que no aparenta ser más que un bebé. Verdadero Dios y verdadero hombre, escondiendo su divinidad y manifestándose, dándose a conocer  en el grado más supremo, porque Cristo es la Revelación, la Palabra. 

En Cristo se nos ha dicho todo, en Cristo hemos conocido el amor de Dios. Y todavía hoy, al contemplar su pobreza y su ternura tiene un mensaje para cada uno de nosotros.

 

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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