Una tragedia donde el apoyo y solidaridad de la ciudadanía destacaron

“Todos somos damnificados emocionales, existen muchas historias buenas y otras malas como en cualquier situación”, comentó Rodrigo Mendoza, quien repartió desayunos y cenas durante 6 meses a damnificados por los sismos.



Se cumple un año tras el sismo de 7.1 grados en la escala de Richter que sacudió a México y dejó a su paso más que sólo pérdidas materiales, se llevó la vida de decenas de personas y generó recuerdos, tanto positivos como negativos que quedarán en la memoria de millones de ciudadanos.

Dentro de toda la tragedia y el dolor que inundó al pueblo mexicano, se hizo presente la solidaridad y el apoyo de personas inigualables, quienes dedicaron su tiempo, recursos económicos, esfuerzo y hasta su vida para auxiliar al amigo, vecino, compañero, incluso, al desconocido.

Tal es el caso de Rodrigo Mendoza quién de manera desinteresada se encargó de colectar víveres para preparar desayunos y cenas, los cuales fueron distribuidos en diversos campamentos y refugios de personas damnificadas, durante seis meses.

Rodrigo Mendoza inició labores en apoyo a damnificados desde el 19 de septiembre de 2017, cuando se percató que en al calle de Saratoga, cerca de su hogar se había derrumbado un edificio. Posteriormente, acudió a otro derrumbe en la calle de Petén. Necesitaban ayuda para remover escombros, permaneció ayudando 60 horas después volvió a su hogar.

“Durante la noche fui a tomar agua, percatándome que los víveres que se habían donado estaban desperdiciándose, ya que no había un orden. En la noche del 19 para amanecer 20 comencé a organizar los insumos”, recordó Rodrigo.

Una vez que las personas se percataron del liderazgo de Rodrigo, comenzaron a poner un orden a los víveres. Días después, el 24 de septiembre cuando se localizó y retiró el último cuerpo en Petén, no había un lugar en donde resguardar la gran cantidad de donaciones. Rodrigo ofreció su hogar como almacén, ya que como dice “sentía un compromiso y responsabilidad con las personas que invirtieron tiempo, dinero y esfuerzo al llevar provisiones e insumos para los damnificados”.

La noche del 25 de septiembre Rodrigo se decidió a cocinar sopa y preparar café. Así salió por primera vez a las calles a repartir comida en los campamentos que lo necesitaban. Poco después, decidió seguir llevando cenas a los diferentes campamentos; un mes más tarde también comenzaron a distribuir desayunos en cada recorrido.

“Al principio únicamente éramos cuatro personas las que hacíamos los recorridos; pero tiempo después, gracias a los contactos que generamos y las personas que conocimos, llegamos a ser aproximadamente 17 personas”.

Durante seis meses se entregaron desayunos y cenas en 11 campamentos y albergues, en ocasiones esporádicas se sumaban uno o dos campamentos, en donde las personas necesitaban ser alimentadas.

En ese periodo, la ayuda por parte de la ciudadanía fue una parte vital para que Rodrigo pudiera seguir cocinando y repartiendo comida, ya que el apoyo de personas conocidas y desconocidos era inmenso. En palabras de Rodrigo lo que hicieron los ciudadanos fue “una cadena de ayuda”, ya que hasta los taxistas que se percataban de lo que Rodrigo y su equipo se estaban haciendo no cobraban ni un solo centavo del recorrido, y decían que “era lo mínimo” que ellos podían hacer.

En los últimos días la repartición de comida pasó a segundo término, ya que la mayoría de personas ya habían logrado establecerse en casas de familiares o amigos. Poco a poco la vida de las personas afectadas fue cambiando y salió a relucir el instinto de supervivencia y de lucha que caracteriza a los mexicanos.

A un año de la tragedia del 19 de septiembre de 2017, Rodrigo Mendoza lamenta la ineficacia que presentaron las autoridades, además de que reprueba los comportamientos deshonestos que surgieron y que hasta el día de hoy siguen presentes y lastiman directamente a las personas más afectadas.

“Se necesita que las autoridades y la sociedad aprendan a trabajar en situaciones como esta”, enfatizó Rodrigo y dejó en claro que lo que hizo no fue suficiente, ya que él sabe que de haber actuado de otra manera pudo haber ayudado a más personas o evitado desastres.

“Todos somos damnificados emocionales, existen muchas historias buenas y otras malas como en cualquier situación”, finalizó Rodrigo Mendoza.

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