Porfirio Díaz, ¿héroe o villano?

“La renuncia de Díaz, en su momento, representó un acto político trascendente del siglo XX”: Guillermo Torres Quiroz, analista político.


Porfirio Diaz


La mañana del 24 de mayo de 1911, el país despertó con el titular del periódico Diario del Hogar que decía, “Hoy renunciará el General Díaz”, ese día Porfirio envió su carta de renuncia al congreso, sin embargo no fue discutida y aprobada hasta el 25 de mayo.

A pesar de que el periodo de la Revolución Mexicana es más compleja de lo que nos enseñaron en la escuela, sin el gobierno de Díaz y el conflicto armado que precedió, la vida actual del país, su forma de gobierno, su economía, sus héroes nacionales del siglo XX y el estilo de vida de los mexicanos no se sería de la misma forma sí Porfirio Díaz no hubiera gobernado.

En entrevista para YoInfluyo.com, el analista político Guillermo Torres Quiroz, comenta que la renuncia de Díaz fue una decisión trascendental porque los actores políticos del siglo IX peleaban su cargo hasta el final.

“La renuncia de Díaz es emblemática porque una vez iniciada la Revolución Mexicana decide irse al exilio, a pesar de tener digamos una mayoría militar muy fuerte y precisamente para evitar derrame de sangre y entender que los tiempos políticos de aquellos tiempos estaban cambiando, se va, con 80 años, durando 33 años en el poder y entendiendo que su tiempo ya había terminado”.

La renuncia del presidente Díaz es producto de una serie de eventos, que dieron paso al levantamiento armado de la Revolución Mexicana, liderada por Francisco I. Madero, que había competido en contra de Porfirio Díaz en las elecciones de 1910.

Durante el periodo presidencial de Díaz, la desigualdad social era evidente; por un lado el 40% de tierras del país le pertenecían a 840 hacendarios, había una fuerte inversión nacional y extranjera, principalmente de países como España, Estado Unidos e Inglaterra.

“Sí, hubo prosperidad económica; pero ¿a costa de qué?, sí había inversión pero con una gran ganancia para las compañías extranjeras, por ejemplo en el tema petrolero”, nos platicó Guillermo Torres Quiroz.

Por otro lado, las malas condiciones laborales se recrudecían para la mayoría de la población de obreros y campesinos. Las huelgas estaban prohibidas, las jornadas laborales eran de 12 a 14 horas diarias y el sueldo rondaba los 25 centavos diarios, un salario igual a los tiempos de la colonia española.

Los horarios esclavistas, el poco salario y los costos elevados, provocaba que a los obreros y campesinos no les alcanzara el sueldo, entonces existían tiendas de raya. Estas tiendas pertenecían a los dueños y hacendarios, que daban créditos a sus empleados para proporcionar de productos básicos a precios elevados e imposibles de pagar.

La división social que permeaba en aquel tiempo se puede explicar de una forma piramidal. A la cabeza de la pirámide se encontraban los latifundistas, seguidos por los caudillos políticos, el clero, los empresarios y al final los campesinos y obreros mexicanos.

Sin embargo, durante los 30 años de tiempo porfirista, se logró una estabilidad política que se basaba en la figura de Díaz. A pesar de hacerse elecciones presidenciales para la legitimidad de su gobierno, Porfirio era juez y parte en las decisiones electorales y en la última etapa, por su avanzada edad, la clase política solamente se empeñaba en encontrar al vicepresidente de Díaz, que heredaría el poder una vez que el mandatario pereciera.

Se fortaleció el modelo económico basado en la autonomía económica y la prosperidad material, la dependencia del capital mexicano era, en aquel tiempo, la base del desarrollo económico, apoyado en gran medida por las inversiones extranjeras.

Existía un incremento del ahora conocido PIB en 2.7%, se construyeron 24 000 km de vías férreas lo que ayudó a un crecimiento de 10 veces al año, las importaciones aumentaron, surgieron ingenios azucareros en el sur del país y la producción del petróleo se conformó como una actividad sustantiva y las exportaciones aumentaron, más países invertían en nuestro país, los bonos mexicanos tenían gran demanda en el extranjero y México tuvo la deuda más baja de la historia del siglo XX.

Sin embargo, la desigualdad social era evidente y los logros no eran para toda la población. Para las elecciones presidenciales de 1910, el descontento popular se hacía evidente y con el respaldo de la mayoría del pueblo al candidato opositor Francisco I. Madero, el presidente Díaz decide encancerarlo durante la jornada electoral.

Tras el fraude electoral y con el respaldo popular, Francisco I. Madero promulgó el Plan de San Luis decretado el 5 de octubre y que realizaba un llamado al pueblo mexicano a levantarse en armas en contra del gobierno de Díaz.

El emplazamiento tuvo éxito y desde ese momento existieron brotes de enfrentamientos armados en contra del gobierno porfirista, esto ayudó a que el 21 de mayo de 1911 Francisco I. Madero y Porfirio Díaz firmaran los Tratados de Ciudad Juárez, que consistían, entre otros puntos, en la renuncia del entonces presidente.

Firmados los acuerdos y con Ciudad Juárez tomada por los revolucionarios, Porfirio Díaz de 80 años de edad, el 24 de mayo de 1911 envía su renuncia al congreso mexicano, quedando como presidente Francisco León de la Barra, que hasta ese momento fungía como secretario de Relaciones Exteriores.

Estos sucesos dieron el terminó la primera fase de la Revolución Mexicana, poniendo fin por breve receso a los enfrentamientos entre las fuerzas maderistas y porfiristas.

El derrocamiento del régimen porfirista y gradual ascenso al poder de las fuerzas revolucionaras, no acabaron con la violencia del país. La revolución realmente terminó hasta la pacificación política y el fin de los caudillismos con la llegada de Plutarco Elías Calles en un régimen partidista a través del Partido Nacional Revolucionario (PNR), hoy el PRI y el sistema sindicalista que aún sobrevive.

El exilio de Díaz no terminó con la desigualdad en México, ni ayudó al fortalecimiento de la democracia o a salarios mejor pagados, por el contrario, para Guillermo Torres, la renuncia de Díaz fue el inicio de una guerra que se recrudecía con el paso del tiempo y que tiene similitudes con el presente.

“La renuncia de Díaz hoy en día como podemos vincularla con lo que hemos visto en el estado político mexicano; siempre hay actos políticos para evitar mayores complicaciones o a veces también es parte del arte propio de la política, la negociación y hacer movimientos para salir bien librado”.

“Hay elementos del porfirismo que pueden ser muy parecidos al gobierno actual, el tema de tener un control político desde el centro, la figura del presidente todo poderoso que eliminar el peso de los gobernadores locales a los que se les daba fuego; pero bajo control, que si bien no se les da fuego se les lincha mediáticamente, el gobierno actual gira la toma de decisiones desde un solo mando”, comentó.

A 108 años de la dimisión de Porfirio Díaz, podemos encontrar la herencia del mandatario que prevaleció 30 años en el poder, los ferrocarriles que aún son punto clave para el comercio en México, las líneas telefónicas que Díaz trajo a nuestro país, pero sin duda una de las cosas que podemos disfrutar de este régimen, fue la energía eléctrica introdujo el porfiriato.

Su herencia en la cultura y las artes es muy vasta, edifico el Museo de Bellas Artes, la fundo Universidad Nacional (ahora UNAM), realizó el Hemiciclo a Juárez, edificó el Ángel de la Independencia, la Oficina de Correos, el Palacio de Lecumberri, el Colegio de San Ildefonso, el Bosque de Chapultepec, entre otras cosas.

 

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