EL matrimonio en la sociedad del cambio y la información

El matrimonio es un compromiso que establecen un hombre y una mujer para cruzar el océano de la vida juntos, en un barco con un sólo timón, repartiendo esfuerzos.


Institución matrimonial


Puede ser difícil encontrar un concepto preciso para definir nuestra sociedad actual, sin embargo podríamos decir que nuestra sociedad es la sociedad del cambio y la información, todo lo que hoy es de una manea tal vez mañana sea diferente, y esto se refleja en casi todos los campos de la vida, hoy tenemos una situación económica y mañana otra, hoy se tienen unas prácticas políticas y mañana se cambian por otras, hoy tenemos unas modas y mañana ya son diferentes, y tal vez la semana próxima lo que hoy gustaba al público sobre la música ya no, y aunque no de un día para otro también vemos que la forma de pensar sobre las instituciones tradicionales y aún sobre los valores se han venido modificando con una velocidad extraordinaria.

Y sobre la información ni qué decir, antes estábamos pendientes de los noticieros de la mañana, o de la noche para poder enterarnos de alguna noticia, hoy en cambio basta encender nuestro celular para encontrar cientos de noticias, y es más, hoy todos somos informadores, porque en el instante en que nos enteramos de algo o somo testigos lo podemos informar inmediatamente, o podemos reproducir cualquier noticia y situación en la que nos podemos encontrar involucrados, y entre los cambios y la velocidad con la que se genera la información sin darnos cuenta nos encontramos envueltos en un vértigo que a veces nos produce un gran desasosiego y un estrés que se refleja en nuestra misma personalidad.

Pero la vida personal y social se encuentra en que pese a los cambios hay instituciones o situaciones que han sido y siguen siendo de vital importancia para nuestra vida y el funcionamiento de la sociedad, y una de ellas es el matrimonio, que desde siempre ha presentado diversos ángulos, pero principalmente ha tenido dos enfoques muy importantes, uno es el religioso y otro el social o civil, ambos muchas veces fuertemente ligados entre sí.

Hace tan sólo algunas décadas, se consideraba en general el matrimonio como el inicio de una fase definitiva de la vida, y si desde el aspecto religioso bajo la óptica de la religión mayoritaria que es el catolicismo se consideraba que sus fundamentos eran la unidad de un hombre y una mujer hasta la muerte de alguno de los cónyuges y la procreación y la educación de los hijos, y aún en el ámbito no religioso en general se consideraba esto como algo naturalmente ligado a la esencia matrimonial, y si bien no era en si parte del compromiso matrimonial en cierto sentido era como el inicio de la vida sexual de los esposos.

Pero poco a poco se fue cambiando ese sentido, el aspecto religioso fue disminuyendo su influencia y el aspecto social se fue liberalizando, hasta que se empezó a volver común el vivir en pareja sin ningún compromiso, llegando en algunos casos después a formalizarse esta unión con el matrimonio, aunque en muchos casos no es así aunque se hayan tenido hijos durante esta relación, lo cual genera en muchos caso la separación con sus respectivos problemas, hasta llegar en estos últimos tiempos a proponer que el concepto de matrimonio se puede llegar a realizar entre personas del mismo sexo, lo cual va en contra de la esencia del mismo.

¿Y qué tan exitoso se puede considerar esta nueva situación de cambio o evolución a la institución matrimonial? Muchos defienden esto diciendo que al ejercer este derecho en un marco de mayor libertad y menos reglas se obtienen mejores resultados, sin embargo, la realidad está reflejando algo diferente, según un dato publicado por El Economista el 13 de febrero de 2019, el 41 por ciento de los matrimonios en la Ciudad de México terminan en divorcio, lo que resulta verdaderamente alarmante considerando que este tipo de ruptura genera siempre problemas entre los cónyuges y en los hijos si se tienen.

Y es que estudiamos en las escuelas y en las universidades muchas materias y muchos capítulos que al final del día no nos reportan utilidad alguna para la vida, y para algo que una gran mayoría vamos a vivir que es el matrimonio llegamos prácticamente sin ninguna formación y con una visión muchas veces muy poco clara. El matrimonio es una institución para que el hombre y la mujer se realicen plenamente como seres humanos y no sólo para satisfacer una necesidad personal, social, física, tradicional o religiosa.

No sabemos ya si es más alarmante el número de matrimonios que están fracasando cuando apenas inician su vida matrimonial o los que se están divorciando o viven amargados y sin ilusiones después de veinte, treinta o cuarenta años de casados. Nuestro sistema educativo, debería de llamarse más bien informativo, porque en verdad educa poco para la vida y casi nada para la convivencia social.

La estabilidad emocional del hombre y de la mujer es básica para poder emprender con serenidad y fuerza los retos que presenta la vida en el trabajo y en las responsabilidades sociales y morales que todos tenemos por el simple hecho de vivir en sociedad. Esta estabilidad en la célula social que es la familia se refleja en valores que son los que a final de cuentas producen sociedades más sanas y productivas.

Cuando emprendemos un proyecto del cual depende el futuro de nuestra empresa o de nuestra familia, lo hacemos con mucho mayor cuidado que un pequeño negocio o una decisión intrascendente, por eso es que el primer punto de partida para buscar un matrimonio feliz es hacerlo bajo la perspectiva muy seria de que es un reto para toda la vida, cuando se emprende bajo la muy popular pero desprestigiada premisa de que “Si me va mal me divorcio”, podemos apostar prácticamente por el fracaso de esa relación. Pero no basta ni siquiera casarse con plena convicción de trascendencia, y aún con valores morales o religiosos muy firmes, se necesita de un trabajo continuo y responsable de pareja, ingenioso, novedoso y amoroso para hacer un matrimonio feliz, que no quiere decir libre de dificultades.

La felicidad es un concepto que se idealiza y con frecuencia se desliga de la realidad. La felicidad es un estado de satisfacción plena con lo que somos y como nos hemos situado en la vida que se consigue con esfuerzo para vivir de acuerdo con nuestra educación y a nuestros valores. La felicidad no es sólo placer o un estado eufórico y momentáneo, sino más bien estable, profundo y liberador.

El matrimonio es un compromiso que establecen un hombre y una mujer para cruzar el océano de la vida juntos, en un barco con un sólo timón, repartiendo esfuerzos, en el que si uno se cansa el otro es capaz de tomarlo hasta que el otro se restablece y nuevamente juntos salen adelante.

Se aceptan el uno al otro tal como son pero con el firme compromiso de mejorar ambos con el tiempo, siempre mirando hacia adelante, combatiendo la rutina y buscando metas, con la mentalidad de la superación mutua. Estar conscientes que los dos son iguales en dignidad como seres humanos, y al mismo tiempo diferentes por sexo, porque proceden de familias diferentes, con costumbres diferentes, con gustos diferentes y por lo mismo pueden enriquecerse y complementarse. El orgullo, la apatía, y desgraciadamente los parientes son en muchos casos malos consejeros.

Como en cualquier empresa en la que se quiere lograr tener éxito, la planeación es un factor fundamental. Los novios para planear un buen matrimonio y luego como esposos tienen que sentarse y platicar muchos asuntos fundamentales como: Sobre los hijos, sobre sus relaciones interpersonales, sobre la economía del hogar, sus relaciones con las familias, su crecimiento humano, profesional, social y espiritual y sus gustos y aficiones. Tal vez sea el tiempo de volver a repasar si los conceptos tradicionales del matrimonio deberían de volver a ponerse de moda, claro que con un enfoque más realista e igualitario entre los hombres y las mujeres, y se obtendrían mejores resultados tanto para las personas como para la sociedad.

Sobre este último punto es muy bueno recalcar que sería muy importante para todos trabajar sobre las cuestiones de educación, formación y psicología para un desarrollo pleno de la personas desde muy jóvenes, no dejando de lado tampoco la parte espiritual que tanto se ha olvidado en nuestra sociedad tan materialista y la de las fe para los creyentes en Dios.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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