La verdadera intención de la “Ley Barbosa”

La nueva ley de educación en Pueble quizá puede ser parte de un “plan piloto” destinado a sondear a las instituciones encargadas de la defensa de la libertad de educación.


Ley Barbosa


Con todos estos problemas causados por la pandemia del coronavirus, es muy fácil que nos distraigamos y que corramos el riesgo de no prestar atención a otros problemas que son también importantes.

Y es que tal parece que el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, aprovechó el temor de la gente ante un posible contagio para promulgar una ley que calificamos de peligrosa.

Se trata de la Nueva Ley Educativa del Estado de Puebla que el Congreso local aprobó y promulgó en días pasados.

Se trata de una ley que le permite al gobierno estatal fiscalizar escuelas particulares, regular cuotas y –lo que pone los pelos de punta– considerar los bienes de dichas escuelas como parte del “sistema educativo estatal”.

Por lo que podemos observar, dicha ley es abiertamente expropiatoria puesto que, apoyándose en los artículos que la integran, cualquier gobernante puede despojar de su propiedad a los dueños de un colegio particular.

Si grave es que el Estado meta las narices en asuntos que no son de su incumbencia al regular y espiar a los directores de los planteles; mucho más grave aún es que penda sobre estas escuelas la espada de Damocles de la confiscación.

Ante todo, lo anterior, no nos cabe la menor duda de que la nueva ley de educación del estado de Puebla constituye una flagrante falta de respeto tanto al orden jurídico como a los derechos de la persona.

El primer derecho que vulnera es el derecho natural que tienen los padres de familia de escoger libremente el tipo de educación que quieren para sus hijos. No se olvide que, por el hecho de haber dado la vida a sus hijos, son los padres quienes tienen el derecho originario e inalienable de educarlos.

Y es que, con tantas presiones, la consecuencia natural será que –más temprano que tarde– los colegios particulares acaben muriendo por asfixia.

Y al desaparecer los colegios particulares, a los paterfamilias no les quedará otra alternativa que enviar a sus hijos a una escuela oficial.

De este modo, aunque no quieran, los padres de familia tendrán que soportar que a sus hijos los adoctrinen a base de ideologías sectarias que no solamente son diferentes sino incluso opuestas a su modo de pensar.

Ahora bien, aparte de que se lesiona el derecho que tienen los padres de escoger libremente el tipo de educación que desean para sus hijos, existe otro riesgo…

El riesgo de sentar un peligroso precedente en contra de la propiedad privada.

Primero empiezan con las escuelas, seguirán después los pequeños comercios y así hasta culminar con el patrimonio familiar que tiene su base en una casa-habitación.

No nos cabe la menor duda de que Barbosa es un tipo pintoresco que suele dar mucho que decir con sus famosas “ocurrencias”.

Como cuando dijo que el coronavirus no les da a los pobres y que el mejor remedio contra la pandemia es un suculento plato de mole de guajolote.

Ocurrencias que no causan mayor problema.

Sin embargo, lo que el gobernador de Puebla está intentando en su estado puede traer gravísimas consecuencias al resto del país.

Una de ellas sería que su ejemplo fuese imitado por otros gobernadores o que –en el peor de los casos– se impusiera una ley de este tipo a nivel federal.

No nos extrañaría nada que todo esto formase parte de un “plan piloto” destinado a sondear a las instituciones encargadas de la defensa de la libertad de educación.

Un sondeo que les serviría de termómetro para ver si la mayoría lo acepta, si la mayoría se encoge de hombros o si la mayoría lo rechaza.

Descartamos que la mayoría lo acepte.

Pudiera ocurrir que –distraída por la pandemia– la mayoría ni se entere de lo que pretende Barbosa.

Y pudiera ocurrir –y esto es lo deseable– que la mayoría se diese cuenta del peligro, abriese los ojos y decidiese oponerse a un plan abiertamente totalitario.

Urge que la mayoría de la población, así como instituciones que la representan en el ramo educativo, tome conciencia de todo lo que se le viene encima y se decida a rechazar la Ley Barbosa de manera valiente y decidida.

Urge actuar. Mañana puede ser demasiado tarde.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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