Esperanza

La esperanza es una virtud de personas que aman el futuro. Pero como es virtud saben estar bien ubicadas en el presente y agradecen el pasado donde se han forjado. 

Han transcurrido pocos días del primer mes del año y podemos encontrarnos con nosotros mismos de una manera más natural y centrada, sin caer en los extremos provocados por las euforias del cierre de un año si en general hubo más logros, o en la inconformidad ante los resultados obtenidos como respuesta a grandes esfuerzos.

Tenemos la experiencia de haber tenido los dos tipos de resultados, y sin embargo nuevamente deseamos el cien por ciento de los logros. Aunque para ser realistas admitamos un mínimo con resultados negativos.

Para mejorar cualquier actividad que emprendamos siempre contamos con las virtudes, ellas dan el toque de excelencia en cualquier tipo de resultados, sin embargo, hay algunas virtudes con mayor alcance, una de ellas es la esperanza.

Por su importancia, es muy recomendable revisarla en circunstancias más relevantes como el inicio de un nuevo año, evento que compartimos con todas las personas, sean o no cercanas. Incluso personas con cargos importantes en la sociedad la aconsejan para lograr metas más altas a nivel personal e institucional.

Es muy interesante advertir que el último día del año pasado, el Papa Francisco propuso vivir la esperanza como un testimonio que, más que en los acontecimientos, consiste en el estilo de vida, en la calidad ética y espiritual de la vida en común.

Conviene advertir la relación esperanza con la propia vida vinculada al bien ser, al bien actuar, a la buena actitud ante cualquier tipo de resultados, a la buena disposición ante el modo de actual tanto personal como de los colaboradores, en resumen, a mostrar una actitud positiva pase lo que pase, debido al propósito de ver en todo un motivo de enriquecimiento sea cual sea el tipo de resultado.

Ese es el toque positivo que la esperanza ofrece a las actividades. Por eso quien es virtuoso nunca fracasa. Las demás virtudes tienen su propia peculiaridad en lo positivo. Y cuando una persona cultiva varias virtudes logra un entramado muy rico y forja una personalidad atractiva, difusiva y oportuna. Cualidades básicas para intervenir oportunamente.  

El Papa propuso cultivar la esperanza como un modo de crecer durante el año 2024 para estar mejor dispuestos a vivir el año 2025, pues será un año jubilar para los católicos. Aunque también podrán beneficiarse otras personas, si lo desean.  

El enfoque del Romano Pontífice es muy interesante, el 2024 se convierte en sí también en un año de espera para recibir el 2025 y para disfrutarlo. Por lo tanto, este año que iniciamos no es de tránsito sino de fortalecimiento para ser capaces de recibir con más amplias consecuencias al siguiente año jubilar.

Tradicionalmente el pueblo judío cada cincuenta años tenía un año jubilar. Jubilar porque era un tiempo de alegría, de jubilo pues con buenas obras se conmemoraban los beneficios recibidos de Dios. En la Iglesia católica el año jubilar ordinario se celebra cada 25 años. También pueden fijarse años jubilares extraordinarios para festejar un acontecimiento especial.

Por ejemplo, el Papa Francisco anunció el Año jubilar extraordinario de la Misericordia. Inició en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 2015 y terminó el 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey.

En el año 2025 se celebrará un jubileo ordinario para crecer en la fe por medio del reconocimiento de los textos fundamentales del Concilio Ecuménico Vaticano II. Y el año 2024 se recorrerá fomentando la piedad por medio de la oración y así estar en mejor disposición para aprovechar las gracias del año santo.

El lema del año santo será “Peregrinos de la esperanza”. La oración durante el año que iniciamos es el mejor modo de crecer en esperanza y de prepararnos. El día a día ha de enriquecerse con un espíritu de alabanza, sorpresa y gratitud.

Glosando al Papa que pidió hacer de la ciudad de Roma una ciudad de la esperanza, podemos pensar en hacer de nuestras casas lugares de esperanza; de nuestras oficinas ámbitos de esperanza; de nuestras calles recorridos de esperanza.

Esto parece una utopía, pero no lo es si el cimiento de nuestra esperanza está en la fe en Dios que es fiel a sus promesas. Y si el otro punto de apoyo es el testimonio de un estilo de vida ético y espiritual. Contagioso.

Y si hay contagio ¿podremos esperar el renacimiento social que tanto necesitamos?

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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