A un año de su visita, ¡revive los consejos del Papa!

El año pasado, del 12 al 19 de febrero tuvimos en estas tierras a Su Santidad. Un contexto muy distinto nos presenta el mes de febrero del año en curso. Sin embargo, hemos de revivir sus consejos para encontrar allí una fuente de inspiración para afrontar cualquier tipo de acontecimiento. Pero de nuestra parte es necesaria la buena voluntad.



Dirigentes y dirigidos tenemos una gran responsabilidad de asumir nuestro papel y colaborar. Las clases dirigentes están al frente de un ámbito determinado de la sociedad, tienen la grave responsabilidad de ser modelos, ejemplos y guías. El orden social se sustenta necesariamente en el orden moral: sin orden moral, desaparece el orden social. Cuando los superiores dejan de dar ejemplo moral, la sociedad decae inexorablemente.

En este sentido se ha de asumir la responsabilidad: el gobierno civil, el gobierno eclesial, el gobierno laboral, el gobierno familiar… Pero los subalternos, según su experiencia y formación, no han de dejar de recordar estos principios, y ellos mismos ser elementos que ayuden a quienes les dirigen.

Todos tendríamos que hacer examen, urge mejorar. Los niveles de inseguridad, de falta de respeto, son muy altos. Es necesario poner un hasta aquí. Por eso, viene bien recordar los mensajes de Su Santidad, todos nos llegan, pero más nuestros son los que expresó en México.

Entresaco algunos párrafos, y ellos nos pueden incitar a meditar los textos completos.

En Palacio Nacional, frente a las autoridades civiles, funcionarios y la clase política, Francisco fue muy claro al decir que buscar los privilegios conduce a la corrupción y la corrupción a la violencia; dijo que no bastaban reformas legales sino cambios íntimos, personales.

Después, frente a los representantes del Episcopado mexicano Francisco hizo lo mismo con sus discursos: “La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”. En las miradas de ustedes, el Pueblo mexicano tiene el derecho de encontrar las huellas de quienes «han visto al Señor» (cf. Jn 20,25), de quienes han estado con Dios. Esto es lo esencial. No pierdan, entonces, tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses o de consorterías. No se dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias. Introduzcan a sus sacerdotes en esta comprensión del sagrado ministerio. A nosotros, ministros de Dios, basta la gracia de «beber el cáliz del Señor», el don de custodiar la parte de su heredad que se nos ha confiado, aunque seamos inexpertos administradores.

En San Cristóbal las Casas, Chiapas, con los indígenas: El mundo de hoy, preso del pragmatismo, necesita reaprender el valor de la gratuidad. Estamos celebrando la certeza de que «el Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado» (Laudato si’, 13). Celebramos que Jesucristo sigue muriendo y resucitando en cada gesto que tengamos con el más pequeño de sus hermanos. Animémonos a seguir siendo testigos de su Pasión, de su Resurrección haciendo carne la ley del Señor que es perfecta del todo y reconforta el alma. Nos invitó a ser una sociedad sin adicciones y a incluir y abrazar a los indígenas y marginados, “porque muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad”.

En Tuxtla Gutiérrez con las familias: Tienen a la Madre: la Guadalupana quiso visitar estas tierras y esto nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es madre y está siempre dispuesta a defender nuestras familias, a defender nuestro futuro; está siempre dispuesta a “echarle ganas” dándonos a su Hijo. Por eso, los invito, como están, sin moverse mucho, a tomarse de las manos y decirle juntos a Ella: Dios te Salve María…  Y no nos olvidemos de San José, calladito, trabajador, pero siempre al frente, ¿eh? Siempre cuidando a la familia. Dijo que sin duda prefería “familias arrugadas con heridas, con cicatrices pero que siguen andando, porque esas heridas, esas cicatrices, esas arrugas son fruto de la fidelidad, de un amor que no siempre fue fácil”. El amor no es fácil, no, pero es lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí.

A los jóvenes en Morelia: Ustedes son la riqueza de México, ustedes son la riqueza de la Iglesia. Y entiendo que muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos expuestos continuamente a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror. Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno, posibilidades de estudio y capacitación, cuando no se sienten reconocidos los derechos que terminan impulsándolos a situaciones límites. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando, por ser jóvenes, se los utiliza para fines mezquinos seduciéndolos con promesas que al final no son tales.

Pero, pese a todo, esto no me voy a cansar de decirlo: ustedes son la riqueza de México.

No crean que les digo esto porque soy bueno, o porque la tengo clara, no queridos amigos, no es así. Les digo esto y estoy convencido, ¿saben por qué? Porque como ustedes creo en Jesucristo. Y es Él el que renueva continuamente en mí la esperanza, es Él el que renueve continuamente mi mirada. Es Él el que continuamente me invita a convertir el corazón. Sí, mis amigos, les digo esto porque en Jesús he encontrado a Aquel que es capaz de encender lo mejor de mí mismo. Y es de su mano que podemos hacer camino, es de su mano que una y otra vez podemos volver a empezar, es de su mano que podemos animarnos a decir: Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte. Desde su llegada tuvo este mensaje de cariño y esperanza: “la principal riqueza de México hoy tiene rostro joven; sí, son sus jóvenes”. Pero también recordó que “es difícil sentir la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno”.

En la cárcel a los presos: “El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando”. Frente a empleados y empleadores: “¿Quieren dejar a sus hijos una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral?”. En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, a sus enfermos o sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia.

Al mundo laboral y empresarial les habló de trabajar de verdad por un trabajo digno, con políticas de familia. La única pretensión que tiene la Doctrina Social de la Iglesia es velar por la integridad de las personas y de las estructuras sociales. Cada vez que, por diversas razones, ésta se vea amenazada, o reducida a un bien de consumo, la Doctrina Social de la Iglesia será voz profética que nos ayudará a todos a no perdernos en el mar seductor de la ambición. Cada vez que la integridad de una persona es violada, toda la sociedad es la que, en cierta manera, empieza a deteriorarse. Y esto no es en contra de nadie, sino a favor de todos. Cada sector tiene la obligación de velar por el bien del todo; todos estamos en el mismo barco.

Antes de terminar este breve recordatorio, hace falta detenernos en lo que dijo en la Basílica de Guadalupe: Por eso nos puede hacer bien un poco de silencio, y mirarla a Ella, mirarla mucho y calmadamente, y decirle como hizo aquel otro Hijo que la quería mucho:

«Mirarte simplemente, Madre,

dejar abierta sólo la mirada;

mirarte toda sin decirte nada,

decirte todo, mudo y reverente.

Sus últimas palabras antes de subir al avión que le regresó a Roma: Protege, Señor, a tu pueblo y purifícalo bondadosamente de todos sus pecados, porque ninguna adversidad podrá hacerle daño, sin ninguna maldad llegue a dominarlo. Por Jesucristo, Nuestro Señor.

La bendición de Dios Todopoderoso, del Padre, que el Hijo y el Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com


 

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