Niños en casa… mamás fuera de casa

La realidad actual implica una mayor creatividad por parte de muchas mamás que tienen que trabajar sin descuidar el hogar y las implicaciones emocionales en los hijos que esto conlleva.



Las mujeres que trabajamos hoy en día, tenemos nuevos retos como el encontrar a quien confiar el cuidado de nuestros hijos o cómo lidiar con ese sentimiento de culpa. Esto de “tiempo de calidad”, ¿es real o sólo una justificación?

Reflexionemos hoy sobre esta situación: los niños en casa, y muchas mamás fuera de ella.

En la época de nuestras abuelas e incluso de nuestras mamás el hombre salía a trabajar y la mujer se quedaba en casa cuidando a los hijos; su responsabilidad estaba en el hogar. Los niños jugaban en la calle, la mayoría de ellos sin supervisión de algún adulto, sabían que su mamá estaba en casa y eso representaba un ancla emocional de seguridad: la mamá estaba presente.

Actualmente, el sueldo de las mujeres en la mayoría de las familias mexicanas es tan importante o más que el del marido. Muchos hogares no podrían funcionar económicamente si no trabajan ambos.

La realidad en la mayoría de las casas del siglo XXI es que los hijos juegan dentro de la casa, pero las mamás están ausentes trabajando, cuando menos una buena parte del día. ¿No es esto una paradoja?

Y qué hay del cuestionamiento: ¿tiempo de calidad…o cantidad?

Como una manera de justificar la ausencia de la madre del hogar, la sociedad creo el concepto de “más vale calidad de tiempo, que cantidad”; esta es una buena forma de compensar las culpas que cargamos las madres cuando no podemos estar presentes en el día a día de nuestros hijos.

Lo cierto es que la realidad actual llama a las madres a ser creativas y brindar a sus hijos una vida afectiva de calidad, que pueda asegurar un ancla emocional, tan importante en el crecimiento psicológico del menor.

Podemos fácilmente cometer el error como padres de pensar que tiempo de calidad con nuestros hijos es llevarlos a comprar lo que piden, como una forma de compensar el tiempo que no estamos con ellos.

Independientemente de que la madre está presente en la casa o no, lo importante del tiempo de calidad compartido entre padres e hijos es la creación y el fortalecimiento del vínculo; es compartir distintas actividades con ellos, actividades del día a día. Y cuidar mucho que ese “tiempo de calidad” no vaya siendo cada vez menor.

Es importante que los niños procesen en su mente la interacción que sus padres tienen con otros adultos, que vean cómo se comportan en sus actividades diarias; esa es una de las partes más importantes de la formación de un hijo.

No es tanto la actividad que se realice, sino el que el niño pueda vivir la experiencia de lo cotidiano con sus padres y poco a poco adquiera herramientas para manejarse en el mundo: hacer la comida juntos, ayudar en los quehaceres de la casa, ir al salón con mamá o acompañara a papá a que le corten el cabello; acompañarlos a sus actividades escolares o simplemente platicar en un sillón. Este tipo de vivencias son las que forman a los hijos, la verdadera escuela de valores.

Por sus características, la familia mexicana se enmarca en un modelo conformado por un sistema de redes familiares y pautas de ayuda mutua, entre las que destaca el cuidado de los niños.

En las últimas décadas la estructura y la dinámica interna familiar han sufrido cambios notables debidos, principalmente, a la incorporación progresiva de la mujer a la actividad laboral; por esto es fundamental que los padres sepan a qué personas van a confiar a sus hijos cuando ellos no pueden estar presentes en el hogar.

Y por supuesto, invitar a papá a que se involucre tanto en las labores domésticas como en la educación de los hijos, privilegio del cual muchas generaciones de hombres se perdieron.

Si son los abuelos los que se van a encargar de recoger a los niños, llevarlos a sus actividades extraescolares y estar pendiente de las tareas, deben hablar con los padres y ponerse de acuerdo.

Si esta responsabilidad recae en otra persona, es importante que se llegue a acuerdos de cómo convivir con el menor durante el tiempo que los padres estén ausentes.

Cuando es la guardería la que se encargará, es importante averiguar las actividades que realizarán y como las harán, además de hacerles saber todo lo que se espera de ellos. Solicitar en la medida de lo posible, que las cuidadoras sean las mismas, para que el niño se sienta vinculado a ella o ellas.

Lo importante es la creación de las redes familiares es proporcionar a los menores un espacio en el que puedan “gozar” los beneficios de un desarrollo afectivo e intelectual adecuado, además de cubrir sus necesidades básicas y brindarle seguridad a través del establecimiento de límites firmes, pero siempre con amor.

Recuerda, la calidad de tiempo es importante, pero entre más tiempo estés con tus hijos, será mejor para ellos: la cantidad sí importa, busca estar dentro de casa con ellos.

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