Los malos buenos

El voto de obediencia es muy riguroso en Morena.



No podemos negar que uno de los lados que ha ganado López Obrador de la mano de sus ‘progres’ y su academia ‘chairé’ es el de lo políticamente correcto. Situados en la atalaya de la condena moral y con un gigantesco equipo de reporteros, plumas, caricaturistas, tuiteros y discutidores profesionales, señalan causas defendibles, personas inocentes y, por lo tanto, culpables de todos los males, padres de todos los vicios y personajes nefastos para la vida de la república. Por supuesto que los condenados son por lo general opositores a López Obrador. No importa lo que se pruebe o lo que se diga, para ellos hay malos buenos, que son los que perdona su santo Papa Andrés Manuel, y malos malos que son los que no están con él, que han delinquido como los malos buenos, pero no se han arrepentido con el pontífice de Macuspana.

 

Algunos de los malos buenos: Napoleón Gómez Urrutia, líder sindical de mineros que huyó hace años a Canadá y lo que sabemos con certeza es que se robó 54 millones de dólares de sus agremiados. Los morenos harían un escándalo gigante si eso fuera en Pemex o se le sorprendiera a algún priista o panista. Pero claro, como El Peje con su magnanimidad lo perdonó y lo quiere hacer senador, entonces se buscan todo tipo de pretextos para justificar la decisión del santo candidato.

 

Normalmente los argumentos se terminan con un gesto: agachan la cabeza ante su líder. El voto de obediencia es muy riguroso en Morena.

 

Nestora. Ya es de sobra conocido el caso de la señora también propuesta para el Senado. La señora no registró ante la autoridad que tenía otra nacionalidad. Nestora tiene procesos abiertos. Ya sé que organizaciones de derechos humanos internacionales abogan por ella, pero también la CNDH – tan socorrida por los partidarios de AMLO- hace cuestionamientos sobre las acusaciones a la señora Nestora. Priistas con menos casos abiertos viven en la hoguera pública, pero la guerrerense fue bendecida por el líder máximo.

 

Héctor Vasconcelos, quien se supone será canciller si López Obrador gana las elecciones, fue cesado de su cargo como embajador en Dinamarca por haber chocado su Mercedes Benz en estado de ebriedad. No era el primer altercado con las autoridades en estado inconveniente (o sea pedísimo) por lo que las autoridades de aquel país deslizaron en la cancillería mexicana la necesidad de que fuera retirado del encargo diplomático para no verse obligados a otras medidas. No fuera un priista o un panista porque hubiesen puesto el grito en el cielo con esos antecedentes que, dirían, avergonzaron a la patria.

 

Lo mismo sucede con cualquier opositor a AMLO, por más férreo que haya sido, cuando se acerca y pide perdón. Una vez dada la bendición se convierte en un malo bueno, un buen ladrón, un hombre inteligente y capaz, les salen bondades que tan sólo unos días antes se les negaban.

 

Del otro lado están los malos malos, los irredentos los que no se acercan al manto protector, a la mirada beatífica, a la palabra bendita del líder tabasqueño. Y ellos son: cualquiera que no esté de acuerdo con El Peje, todos los priistas, todos los panistas, todos los perredistas (así sean nada más cinco), los periodistas ‘fifí’, intelectuales pagados por la ‘mafia del poder’, los empresarios, los expresidentes, el avión presidencial, el nuevo aeropuerto, la Suprema Corte de Justicia, y claro, Riky riquín canallín. Están de atar.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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