El amor está en Dios

Detrás de un auténtico amor está Dios, el amor verdadero implica pensar en el bien del prójimo antes que en el nuestro.


Dios es amor


Dios es amor, y no hay amor sin Él. En las personas puede haber atracción, interés, buena voluntad, simpatía, afecto… pero cuando hay verdadero amor allí está Él, de una forma u otra, estén o no conscientes quienes aman o son amados.
 
Entre mujer y hombre, la atracción se vuelve amor cuando es más importante el bien del otro, que el propio. El amor verdadero de pareja no es una emoción pasajera, no es algo que se desgasta con el tiempo, es más bien un algo que dura para siempre.
 
El amor desea la compañía del ser amado, para compartir los días y las horas. Pero el amor no muere con la distancia cuando ésta es necesaria, por la razón que sea. Y es que las almas no tienen distancia. El amor se procura para que el ser amado esté bien, que sea feliz, que tenga paz en su corazón.
 
El amor verdadero y manifestado da seguridad al ser amado, la duda no cabe en el amor de verdad. El amor da confianza, y de ella nace esa paz que da la sensación de ser amado.
 
Dicen que el amor es ciego. No es verdad, el amor ve cosas invisibles para los demás. Claro que el amor ve también lo que ven los demás, como es la belleza, la personalidad agradable, la inteligencia, las buenas acciones y más. Pero como dijo el Zorro a El Principito: “Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. El amor ve… lo esencial, y lo ama.
 
Quienes se aman, quizás no lo saben, pero en ellos está Dios. Quizás tampoco sepan que la mutua atracción, entre muchas otras personas, se convierte en amor por obra de Él. Dios es amor, y cuando amamos a alguien, es que Dios comparte su amor con nosotros.
 
Y el amor por los nuestros, por la familia, es también obra de Dios. El amor en la familia sobrepasa la sensación de ser responsable de nuestra gente por estirpe. El amor supera la responsabilidad, y convierte ésta en cariño y cuidados, que nos hace pensar que el bienestar de los nuestros vale más que nuestra propia vida.
 
¿Y el amor al próximo, en general, ese que nos dice que lo amemos como a nosotros mismos? Eso, es vivir el amor divino en el plano humano.
 
¿Quieres amar y ser amado de verdad? Pídelo al Señor, y Él te dará el amor. Fuera de Dios, no hay amor. Puede haber por alguien mucho interés, preocupación y más sin Dios. Todo ello, cierto, se asoma al amor, sí, pero el verdadero amor… eso, es cosa de Dios con nosotros.

 

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