¿Acabar con la corrupción, es misión imposible?

La clave para reducir la corrupción (o la inseguridad) es la formación moral de la sociedad.



Hace unos años, quien era entonces Secretario de Seguridad Pública en el Distrito Federal, dijo en palabras semejantes, que no había nacido el hombre que acabara con la inseguridad de la capital. Le costó el puesto.

Pero tenía razón, porque es imposible que, en una comunidad de millones de personas, y con gran movilidad urbana, se acabe la inseguridad. Se puede reducir, y se puede reducir hasta drásticamente, pero no eliminarla. ¿Por qué? Por varias razones; porque hay demasiados delincuentes que viven u operan en la zona metropolitana capitalina, no hay tantos policías, ni suficiente Ministerio Público confiable para la ciudadanía, y porque siempre habrá malos seres humanos.

Algo semejante ocurre con la corrupción, pero es peor. El fenómeno de la corrupción no se da sólo en operaciones y gastos gubernamentales, se da en toda la sociedad. Así como un comprador oficial puede pedir su “moche”, así también lo piden luego en la empresa privada o en organizaciones sociales y partidos políticos. Un servidor (?) público usa dineros del erario para su provecho, y un ciudadano se gestiona y disfruta de beneficios oficiales a los que no tiene derecho (sin que la administración lo sepa, quizás).

Lamentablemente la cultura del aprovecharse de lo ajeno, está presente y muy considerada como “normal”, en este caso de fondos del erario, o de propiedades, equipos y hasta tiempo de otros servidores públicos. El viejo y perverso principio de que “el que no tranza no avanza”, está vivo, y no hay indicios de que disminuya.

Como cada vez más se van descubriendo robos multimillonarios por altos funcionarios, y en general permanecen inmunes, al resto de la administración se le puede ocurrir: “¿y por qué yo no, si no pasa nada?”. Y lo peor es que, en general, ¡no pasa nada! Y a eso se suman legislaciones que por más tapones se le vayan poniendo a los caminos de corrupción, tienen muchos huecos, como también fallas de control, de auditoría y de denuncia. Inmunidad, a fin de cuentas.

Acabar con la corrupción, como con la inseguridad, es imposible, y quien prometa que lo logrará o es ingenuo o mentiroso (o ambas cosas). Pero se debe y se puede ir reduciendo, con servidores públicos honestos en los puestos clave, de manejo de fondos, de materiales y de adquisiciones, cuidando que se apliquen los controles que ya están en la normatividad, con buenas auditorías. Pero también con denuncias, averiguaciones previas, consignaciones, encarcelamientos e imposición de penas y recuperación, en lo posible, de lo robado.

Pero para todo esto se necesita la cooperación de la ciudadanía, se trate o no de servidores públicos, también del ciudadano alerta, consciente y decidido a no participar en la corrupción y a denunciarla cuando sea el caso.

El principal promotor de la corrupción es la impunidad, algo muy bien sabido, pero poco mejorado. La pronta (o inmediata, de preferencia) acción punitiva de los actos de corrupción, es la principal disuasiva contra la corrupción. La denuncia inmediata, seguida de la corrección inmediata y la también pronta punición del delincuente, son lo que ayuda a disminuir muchas acciones corruptas, desde el chantaje del empleado de ventanilla o agente de policía, hasta la connivencia en licitaciones mayores del gasto público.

Pero sobre todo lo anterior, la clave para reducir la corrupción (o la inseguridad) es la formación moral de la sociedad, formación que inicia en el seno familiar, continúa en la escuela, en la iglesia, en las instituciones sociales, en las organizaciones políticas y en las actividades, políticas y programas de los funcionarios del Estado. Todos aquellos que son figuras de autoridad: padres, maestros, superiores, sacerdotes, policías y militares, con el buen ejemplo, son quienes podrán formar a otros, a los jóvenes y a los niños en la responsabilidad social.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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