Reforma educativa: génesis, éxodo y apocalipsis

¿Cuánto tiempo necesitamos nosotros para salir al encuentro del cambio que exige este momento, esta época y estos alumnos?


Reforma educativa


Este tema ha sido tan manoseado en estos días en medio de la batalla política que vive nuestro país, que me parece se ha diluido la esencia de lo que implica este acontecimiento en nuestro trayecto escolar.

La palabra re-forma quiere decir “volver a formar, configurar”. Una reforma consiste en algo concreto: cambio.

Y esa es la palabra que mejor define este suceso tan importante para la vida educativa de nuestras comunidades académicas: cambio.

La génesis de toda reforma es cambiar y paradójicamente también es su apocalipsis. Es origen y conclusión, alfa y omega, manantial y cumbre.

Más allá de las implicaciones laborales (que también sufren cambio) cada maestro convencido de su vocación y profesión asume toda reforma como una adolescencia, porque nos duele y nos hace crecer.

En el fondo, la verdadera reforma sucede cuando el maestro que es impuntual se vuelve diligente en su horario. Cuando deja de improvisar sus clases, y también cuando dignifica su presentación personal. Cuando expone su vida en una catástrofe natural por defender la vida de sus educandos. Por poner algún ejemplo.

La verdadera reforma sucede cuando el alumno que miente lo deja de hacer, cuando el que está abandonado encuentra un soporte en su salón de clase (compañeros, maestros). Cuando el que no llevaba su material completo ahora se preocupa y ocupa de ser responsable. Cuando se encuentra dinero en el patio y lo lleva a la dirección. Cuando el alumno sabe que está en su segundo hogar.

La verdadera reforma sucede cuando los padres de familia dejan de verse enemistados con los docentes a razón de “los derechos de los niños”. Cuando ellos se asumen como los primeros responsables de la educación y formación de sus hijos. Cuando le piden perdón a sus hijos por no considerar sus gritos silencioso de atención. Cuando son conscientes que su hogar (su casa, su familia) es la primer escuela.

La verdadera reforma sucede cuando el gobierno ve con atención las necesidades de cada centro educativo y deja de lado los compromisos políticos para cumplir con lo que verdaderamente urge. Cuando no solo se fija la mirada en la cobertura (números) sino cuando acompaña, orienta y da guía para llegar juntos a la misma dirección. Sin priorizar quien llegue primero, sino asegurando el paso firme en el camino. Cuando coloca en las responsabilidades de gestión a las personas con la mejor preparación y calidez humana.

Una reforma se vive todos los días. Es un éxodo. Un peregrinar. Que con pasión y entrega durante 185, 195 o 200 o mucho más días se vive desde el corazón para cada miembro de la familia extendida.

El éxodo de Moisés duró 40 años. ¿Cuánto tiempo necesitamos nosotros para salir al encuentro del cambio que exige este momento, esta época y estos alumnos?

La creación duró 7 días, ¿en cuánto tiempo podemos recrear la obra educativa que nos ha sido encomendada desde nuestra trinchera?

En el apocalipsis hay una bestia de 7 cabezas que vaticina demonios sueltos. Pero hay signos de esperanza; ángeles, trompetas, ejércitos celestiales, una mujer con la luna bajo sus pies. ¿Qué signos de esperanza se manifiestan hoy en nuestras escuelas?

Sí, la reforma educativa que actualmente vivimos tiene mucho de punitivo. Pero con una mirada de fe, tiene mucho de esperanza para seguir siendo el testimonio que nuestra niñez y juventud tanto necesitan.

 

@yoinfluyo

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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